manifiesta su amor de manera personal, misteriosa, sí, pero real e íntima. En la intimidad de su presencia, en su santuario, nosotros podemos encontrarnos con él, exponerle nuestras dudas y quejas, llorar en su presencia, etc., para salir restaurados al mundo con el poder y la autoridad suficientes para enfrentar la vida como nos ha tocado vivirla. Por ello mi invitación a ustedes que, quizá como yo, resultan confundidos, desanimados y lastimados por las circunstancias de la vida, consiste en animarles a que entren en el santuario de Dios. A que sea en su presencia que descubran el qué y el có
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