Julia era una preciosa niña de nueve años, estudiosa y deportista. Aquella fría tarde de febrero, su madre no podía ir a recogerla a la salida del colegio porque se encontraba enferma, pero Julia le había dicho a su madre que no se preocupara que ella sabía ir sola desde el cole a casa. Cuando terminaron las clases, cargó su mochila a la espalda y se encaminó hacia su casa. Aunque era muy valiente, iba un poco nerviosa pues era la primera vez que no le acompañaba nadie a la salida del cole. De pronto al volver una esquina, se dio de narices con un fantasma vestido con una sábana blanca y con u
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